🌸Raquel de Abril🌸 (@janadelbosco)

Notas sobre habitus y “deconstrucción”

Llevo meses dándole vueltas: ¿cómo se constituye el habitus de cada uno y cómo reconstruirlo o, al menos, modelarlo de forma autoconsciente? Esta pregunta, que ahora puede sonar abstracta, tiene mucho que ver con el proyecto o aspiración de emancipación social.

Habitus1: el conjunto de disposiciones (corporales, ideológicas y axiológicas) incorporadas por cada individuo a través de su socialización en función de su posición social.

Esta cuestión explica para mí mi interés pasado, que se remonta al verano de 2020, por los “ejercicios espirituales2 o “tecnologías del yo3 en la filosofía antigua.

Habitus y subjetividad

Algo que me ha fascinado desde el inicio en la noción de habitus es que no se trata de patrones de conducta que replicamos mecánicamente, en repetición, sino que los incorporamos, los hacemos nuestros, nos constituyen. Esto significa que no es que seamos cáscaras vacías poniendo en acto una programación externa a nosotros e impersonal, sino que estamos constituidos a partir de disposiciones que subjetivamos (en otras palabras, que hacemos propias de nosotros y a partir de las cuales nos hacemos sujetos incorporándolas).

Lo veo muy ligado a lo que decía Tim Ingold4: no hay un “programa biológico” del andar neutral sobre el cual superponemos un estilo de andar cultural y particular, sino que aprendemos a andar incorporando directamente un andar que es cultural. En ese proceso nuestro propio cuerpo bípedo se constituye. Lo mismo ocurre con el resto de disposiciones, que son tan físicas como nuestras posturas corporales mismas, pero que tienen que ver también con la experiencia que hacemos de las emociones, cómo hablamos, cómo ocupamos el espacio (material e inmaterial), etc.

El caso es que estamos implicados en la reproducción de lo social, nuestra subjetividad, nuestra cualidad de sujeto con una conciencia, está implicada. Pero la plasticidad es suficiente como para que los habitus no sean idénticos ni rígidos a lo largo de toda una existencia individual. 

Los márgenes del habitus

Entonces me pregunto sobre los márgenes y métodos para la modulación consciente del propio habitus. Porque la transformación personal y social no puede ser sólo discursiva (escuchar un discurso, estar de acuerdo con él y adoptarlo como propio). Por ejemplo: yo puedo asumir el discurso crítico con la monogamia y experimentar celos (mis disposiciones siguen inclinadas hacia donde mi socialización en la monogamia las dispuso), o el discurso feminista y aun así seguir teniendo ciertas lógicas sexistas interiorizadas.

En suma, no es sólo una cuestión de discurso, sino de cosas más profundas y arraigadas, que involucran al cuerpo mismo, y que no se conquistan sólo en el plano racional-discursivo que, a lo sumo, es sólo el primer paso indispensable. 

Habitus y deseo

Un ámbito en el que creo que es interesante ilustrar el tema del habitus es el deseo sexual: lejos de ser algo puramente biológico, está socioculturalmente modulado (desde los cánones de la belleza hasta las prácticas y fantasías sexuales que nos parecen atractivas o aberrantes).

Creo que se puede ver con facilidad aquí cómo se combinan aspectos muy corporales (qué suscita deseo, la sensibilidad en tales o cuales partes del cuerpo, cómo el cuerpo responde, etc.) con otros que tienen que ver con las ideas y los valores. Además, resulta bastante claro también que es algo que tiene que ver fundamentalmente con la interacción con otras personas, con la inserción en una cultura con unos guiones sexuales determinados... Y que la vía para su modificación no puede ser sólo racional-discursiva.

Consideremos el caso común contemporáneo de “contradicción” entre deseo y discurso, que es el de la fantasía de violación. Puedes ser feminista y aun así resultar que desde que tienes conciencia de tu sexualidad fantaseas con ser vejada, humillada, violentada, etc., con todo un imaginario marcadamente machista. ¿Por qué ocurre esto? Si no es un destino biológico, ¿por qué con “volverse” feminista no basta? Exacto, porque el habitus se conforma en unos tiempos y modos más profundos, lentos y complejos.

Transformación

La línea de dirección por la que voy ahora con estas lecturas y reflexiones es: lo que está inscrito en el cuerpo no se puede reescribir sólo con un esfuerzo individual y auto-centrado y de carácter racional-discursivo.

Leer mucho por sí solo me da herramientas conceptuales que me permiten mirar críticamente al mundo y desnaturalizar cosas que daba por hecho, incluso puede darme pistas sobre las vías alternativas, pero las posibilidades de autotransformación no siguen mucho más allá. En la filosofía grecorromana antigua tal como he estado leyendo en Hadot2 y Foucault3 existe este objetivo: la toma de conciencia racional-discursiva como preámbulo para emprender una transformación íntegra del propio ser que le dé una nueva inclinación. Y esa transformación integral está hecha a partir de una ejercitación disciplinada que se basa en una determinada visión del mundo pero que, al enfrentarse a un habitus previo, debe re-actuarse consciente y recurrentemente. No creo que la filosofía griega antigua tenga que ser necesariamente el modelo, pues ni estamos en el mismo contexto ni tenemos los mismos objetivos, pero me ha estado ayudando a pensar la cuestión, que desde el paradigma moderno me parece más difícil de abordar. 

Algunas claves que me voy dando sobre la re-construcción de habitus: 

  1. No es un trabajo (sola o eminentemente) intelectual, involucra al ser entero y tiene que superar el dualismo mente/cuerpo, racional/irracional-emocional, etc. En este sentido, tiene que ver con el ser/estar-en-el-mundo, los afectos, las relaciones, la mirada y la atención, el orden del pensar, el lenguaje, los horizontes imaginativos, la sensibilidad... en fin, muchas cosas. Y se ejercita a todos esos niveles. 

  2. Pero sí requiere una “guía” consciente, unos preceptos, una cierta auto-vigilancia o auto-escepticismo (aún estoy pensando cómo formular esto porque quiero que esté bien matizado, no me parece deseable el constante examen racional, por paralizante, descorazonador y demás, aunque aquí entra de todos modos la siguiente clave). 

  3. Cada vez estoy más convencida de que no puede ser un trabajo individual. Necesitamos referentes (positivos y negativos), necesitamos comunidad. No podemos ensayar afectos distintos ni relaciones distintas con el mundo estando literalmente solos en el intento. Nos construimos siempre en relación con lo que nos rodea, necesitamos comunidad, por pequeña que sea. Escogiendo bien el otro del que acompañarme y en cuyo espejo mirarme, accedo a ángulos ciegos, me respaldo, me modulo. Ejemplo cotidiano: me abrumo hiperanalizando una situación que se me ha dado y mi amiga, en la que confío, me dice “tía, lo que estás sintiendo es válido, míralo de esta manera/date este tiempo/etc.”. Me ayuda a hacerme las preguntas correctas. No hay cultura sin comunidad. Hacer cultura son palabras mayores, se trata de cambios sedimentados a base de mucho tiempo, tiene que ser suficientemente sólida como para lograr reproducirse. Pero habitus aislado no hay, se sostiene en red, recíprocamente.

¿Para qué todo este asunto? En mi opinión:  - Para repensar el cambio individual. No es una cosa de pura voluntad o de ejercicio de la razón. Nos involucra enteramente, requiere redes y horizontes alternativos relativamente sólidos (el puro rechazo de lo existente no construye). 

  • Para repensar el cambio colectivo. Organizarse colectivamente para la acción no basta y donde no haya teorización de lo alternativo prevalecerán lógicas de lo ya existente. Sin perder lo global, hay que involucrar lo micro. 

  • Para repensar las relaciones también, aunque sobre esto no sé extenderme ahora. 

Querría sintetizar pero creo que estoy tocando cosas complejas que requieren matices o ejemplos, o eso pienso, porque a mí me han hecho falta esos matices y ejemplos, pero es tan difícil... En fin, es un esbozo de mis ideas, seguiré barruntando. Mi otro dilema: cómo plantear el tema de forma no académica (que sea comprensible sin tener que tener x bagaje) sin perder la profundidad, si además yo he llegado a estas ideas precisamente mediante palabros de esos que cuesta entender de primeras.

Implicaciones para el proyecto de “deconstrucción” de la masculinidad

Otro tema en relación al cual estoy pensando sobre el concepto de habitus y la transformación: el género (en concreto ando pensando en la masculinidad así que lo comentaré desde ahí). 

Tal y como comúnmente se habla de “deconstruirse” veo un problema, en particular cuando se usa como adjetivo referido a una persona (el clásico: “tío deconstruido”). Lo veo usarse de la mano con conceptos como “con conciencia feminista” o similares, y el pronlema es el mismo: creo que no es suficiente con aceptar un discurso y hacerlo propio en términos racional-discursivos. Es un comienzo, condición necesaria, pero no condición suficiente. Ser consciente de un problema no es igual a haberlo resuelto, y esto puede sonar muy banal dicho así, pero creo que muchas veces (me incluyo) caemos en esta lógica implícitamente.

Tampoco quiero decir que haya que resolver cada contradicción ipso facto, la perfecta integridad moral es un horizonte, no un lugar realmente existente (otro tema del que sacar chicha), pero tampoco blindarnos con eso. Y lo digo en relación con la masculinidad porque creo que todas nos hemos topado con hombres realmente bastante convencidos de su supuesta deconstrucción sólo porque discursivamente apoyan el feminismo y han hecho un par de gestos y eso nos ha causado problemas. 

Por otro lado, sobre masculinidad también, otro peligro: tomarse la “deconstrucción” muy cristianamente, aplicándose una especie de ejercicio de examen de conciencia y confesión, problemático al menos por dos razones:

  1. Quedarse en una especie de actitud de culpa y auto-fustigamiento que no aporta gran cosa porque ni anula lo que se ha hecho mal ni contribuye automáticamente a hacer cosas bien en adelante. De hecho, es una actitud autocentrada (en la que todos caemos en un punto u otro) porque acaba poniendo el foco en la sensación de culpa del victimario en vez de poner las energías en reparaciones, enmiendas y actitudes futuras. 

  2. Como en el ritual cristiano, pudiera parecer que la confesión compungida, llena de culpa, es suficiente, que llegará una mujer feminista que, cual sacerdotisa, con su validación expiará al hombre de esa culpa originaria, permitiéndole darse ya como un hombre renovado y limpio de todo mal.


  1. El concepto de habitus es de Pierre Bourdieu, pero la definición que he dado aquí no es una cita literal. 

  2. HADOT, Pierre. ¿Qué es la filosofía antigua? 

  3. FOUCAULT, Michel. La hermenéutica del sujeto. 

  4. INGOLD, Tim. “Tres en uno: cómo disolver las relaciones entre cuerpo, mente y cultura”. 

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