Estoy tan cansada de conocer a o saber de mujeres majas, competentes y responsables que se están destrozando la salud mental por un tío que “es buen tío” pero a la vez resulta que es un poco “torpe/patán/inconsciente” (¡solo hay que explicarles las cosas con calma y ser pacientes!)... Y ”son buenos tíos” (¡hasta tienen buenos gestos con ellas!), pero les están volviendo locas y creen que si las cosas van mal... ¡es por culpa de ellas!
La “weaponized incompetence” es también esto: que sus “deslices” sean siempre justificables, que nosotras debamos ser comprensivas y explicarles (y/o aguantar) con paciencia, por más que esos “deslices” se repitan una y otra vez (“jo, pobre, es que tiene problemas de salud mental”, “es que su trabajo es tan demandante...”, “claro, como es su primera relación seria con una mujer...”) para beneficio sistemático de ellos. Y nosotras ponemos los ojos en blanco o nos reímos, minimizamos el problema aunque nos esté costando la cordura y la aspiración a ser felices, porque... a ver, jo, él no lo hace aposta y a lo mejor soy yo la sensible, la exagerada, la exigente, la ansiosa... Sí, ¿no? ¡Qué conveniente!
Chicas, el egoísmo recalcitrante no requiere inteligencia: se puede ser torpe, inconsciente, ”corto”, inmaduro, etc., y a la vez ser un egoísta y un jeta. No os/les pongáis de excusa “No es malo/No lo hace con mala intención, simplemente no se entera/está muy ocupado/le falta experiencia/etc.”. Da igual si es avispadísimo o tiene la cabeza en las nubes: si su supuesta torpeza SIEMPRE te perjudica a ti y le hace salirse con la suya, no es mera torpeza.
Y también: la manipulación no requiere un plan de genio malvado perfectamente diseñado, el torpe/inconsciente/“corto”/inmaduro TAMBIÉN puede manipular. No tiene que ser “torpeza” fingida para ser manipulación, la manipulación no necesita fingimiento. No necesita nada más que tener jeta, no necesita más que sentirse con el “entitlement” de priorizarse siempre a sí mismo y esconder la mano cuando tira la piedra. No necesita nada más que la educación patriarcal que ha recibido, que le ha demostrado mil veces que una mujer de su entorno asumirá la responsabilidad de sus actos, lo protegerá y lo excusará.
Me indigna cómo nos han enseñado a conformarnos hasta tal punto que somos capaces de quedarnos en una relación mediocre, o incluso de mierda, porque cualquier gesto de apreciación, afecto o incluso respeto básicos nos parece heroico, nos hace ver con buenos ojos a un tío que objetivamente nos puede estar haciendo perder la cabeza con su intermitencia, señales ambiguas, irresponsabilidad, dejadez, falta de cuidado, transgresión “casual” (y sin embargo sistemática) de acuerdos... Y no solo eso, sino también a canalizar cualquier insatisfacción que sintamos hacia cuestionar nuestro comportamiento y a justificar el de ellos. La cantidad de racionalizaciones de movidas insufribles que hacemos es demoledora.
Y aún más, hemos interiorizado que somos responsables de los deslices y “fechorías” de los hombres de nuestro entorno: siempre podríamos haber sido más comprensivas, más pacientes, habernos explicado mejor, haber puesto límites más claros, haber repetido por enésima vez cuáles eran esos límites, haber sido más interesantes o atractivas...
Dios, ¡es que me da mucha rabia! Es insoportable.
Tíos, espabilad.
Que no significa no cometer errores, significa hacerse cargo.
Hacerse cargo no es solo no volver a cagarla, sino ver a quién estás dañando sistemáticamente con tus cagadas reiteradas. Hacerse cargo significa a estar dispuesto a reconocer la posibilidad de estarse beneficiando de la propia incompetencia... y a renunciar a dicho beneficio. Y, en tal caso, hacerse cargo es cerciorarte de si estás poniendo realmente medios para dejar de cagarla y beneficiarte con ello. Hacerse cargo es, también, preguntarse si quizá estás cómodamente dando por hecho la paciencia, comprensión y suplencia constante que hacen mujeres de tu entorno cercano ante tus cagadas y negligencias1.
Esto no es teoría/rant ideologizado, es la mismísima vida.
Y ojo, mucho ojo, con complacerse en demasía con la patanería de los demás hombres (qué fácil es demonizar al ex de tu chica, ¿verdad?, a tus rivales). Hay hombres peores que tú, pero eso no significa que todas las mujeres de tu entorno te deban gratitud eterna simplemente por ser buena persona.
No es que no se pueda cometer errores, ¡es no ser autocomplaciente y responsabilizarse!3
Y a los que os preocupe la subida del “listón” de las mujeres heterosexuales con las que os relacionáis, que no os vayan a dejar pasar ya las negligencias de tío estándar2: ¿No es más bien una oportunidad maravillosa el tener una compañera “resabiada”, de la que poder aprender más, retaros más y ser mejores personas? ¿Nos preferís menos “resabiadas” para que la ingenuidad nos impida exigir lo que es justo que recibamos, para que no podamos, comparación mediante, sacaros de esa autocomplacencia? ¿No es mejor estar rodeado de mujeres que sean un acicate para la conciencia que el patriarcado os ha adormilado? ¿Por qué es mayor el miedo a que te señalen un error que al propio hecho de cometerlo y no hacerse cargo –resultando ser, de facto, peor persona–?
Es doloroso que veáis como una amenaza que tengamos estándares más altos (los estándares que son justos, ni más ni menos), en vez de como algo bueno, justo y deseable (¿no es deseable que la persona a la que quieres reciba el trato justo que merece?).
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Por si no ha quedado suficientemente claro, hacerse cargo no tiene nada que ver con arrodillarse para confesar todos los pecados cometidos y autofustigarse permanentemente. Sobre el significado que le doy a disculparse puedes leer aquí: Agradecer y disculparse. ↩
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Y, por favor, poneos en nuestro lugar. Tampoco es plato de buen gusto para nosotras tener que estar “detrás de vosotros” para que asumáis equitativamente las cargas mentales y emocionales de la relación. Sobre lo que esto implica escribí aquí: Amar a un hombre con cansancio... y esperanza. Y aprovecho para insistir en lo que digo al final de esa entrada: nosotras tampoco somos infalibles y a lo que aspiramos no es a que nos tratéis de educadoras, psicólogas o madres, sino a que tengamos una relación equitativa y justa. Toda idealización es deshumanizante y esperar de nosotras ese papel de maestras es la enésima forma de responsabilizarnos de las conductas de los hombres de nuestro entorno, es decir, el enésimo recurso patriarcal. ↩
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Sobre por qué el problema no es cometer errores ni tener "defectos" escribí aquí: Te quiero con tus... ¿defectos?. ↩